domingo, 19 de enero de 2014

Hambre y sed tengo, de aquella pequeña sortija.
De aquella oportuna delicia. Dulce luz color miel, que tenuemente me acaricia.
Me desquicia saber cuan linda es tu pupila más adentro.
Mi querer revolucionario lucha por la justicia, en pericia de expresar, de saber que te puedo amar sin codicia. Pero no.

No.

Recorriendo el camino de la abstinencia. 

Ando perdido, buscando sin buscar; sin buscar, buscando... y haciendome el tonto.
Mirando al amor de frente, y engañando al alma con la mente.

¡Pobre mente desgastada, machacada y cansada! ¡Pobre corazón amordazado! Todo sería más fácil si confesase que te amo. 

Pero no.

Espero que el amor no me pegue una cachetada por no haberlo manifestado. Es que el miedo esta insoportable, y se hace omnipresente: esta en mis manos, en mis ojos, en mi garganta... ¡Esta en todos lados!

¡Maldita carcasa! ¡Guarda espaldas hijo de puta! 

Por eso es que hoy me hago chiquito, me acaricio el pecho, y me digo- Ya pasa...- Porque soy un cagón y me cuesta mirarte a la cara.

Y nada. ¿Servirá de algo hablar de valentía? ¿De lo que pudiera haber sido?.
De la valentía de arreglar la vida, matandonos a baldazos de agua fría. Hubiera dicho -Te amo, y estoy enamorada de vos-
 Luego me hubiera derretido mirando a la helada arder en tu mirada...
¿Y después?

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